jueves, 24 de julio de 2008

Los patos, una comida caida del cielo


El pato, requiere de una preparación muy compleja, debe cocinarse en grasa de pato, que no tenemos, habría entonces que comprar varios patos, que son caros, cuestan la que valen dos pollos grandes y lo único que vamos a comerle es la pechuga, que es más pequeña que la de un pollo,
entonces no hay alternativa si alguien quiere comer pato, vaya a un restaurante, pague las ganas, pero es la única forma, de comerlo ahora que no hay tiempo para preparaciones complicadas.
En la casa de mi mamá habían patos, se compraban pequeñitos, eran una monada, tenían su corral, su piscina y yo pasaba largo tiempo mirándolos, como jugaban, después cambiaban la pelusa amarilla por plumas blancas, y gritaban como patos no más,todo el día, a mi mamá no le hacía mucha gracia, por eso mi papá un año trajo otros patos, estos eran verdes con reflejos azules y violetas, silenciosos, entonces con mis hermanos, les tirábamos piedrecitas y nada, callados, como patos chinos que eran.
Cuando se preparaban se dejaban en adobo, con ajos de la huerta, sal y otras especias y buen vino, de ese que nunca faltó, por lo menos un día, y se llevaban al horno.
Los patos se dejaban para una ocasión especial, como la celebración de
un santo o un cumpleaños o también para celebrar un buen negocio, y cuando algún cliente llegaba a la casa y el negocio se hacía mi papá tenia un dicho:
_" cuando Dios quiere dar, a la casa viene a dejar"_lo decía mientras se sobaba las manos
nosotros le creíamos, y pensábamos que Dios era así con todos sus hijos, sobre todo cuando a uno de los patos se le ocurrió volar y los otros patos lo siguieron, la pequeña bandada, voló en círculos sobre la casa, ignorando la impotencia y sorpresa de todos, nunca antes había pasado, no sé si se despedían o burlaban por su escapada tan osada, mi papá en vez de enojarse dijo:
_el hambre los va a traer de regreso _pero no, no volvieron, volaron sobre los álamos y se fueron por el río hasta la casa de un hombre muy pobre que vivía cerca de la orilla, el los cobijo en su cocina.Mi papá miraba y miraba y los patos no volvían, y mis hermanos y yo en silencio admiráramos el milagro de Dios nuevamente y los tres con el mismo pensamiento que el hombre aquel diría con infinita gratitud, mientras preparaba el fuego y su mujer desplumaba con gran entusiasmo los patos para luego darse un festín con su familia, seguro diría:" cuando Dios quiere dar, a la casa viene a dejar"

los camarones no van al cielo


Cerca de Concepción, en la ciudad de Florida, hacen una fiesta, que se llama "la fiesta del camarón" , se premia a la persona que saca más camarones , y la que saca el camarón mas grande , después se cocinan y el público puede comprar y comer camarones, pero cuando era niña, mi papá hacía su propia fiesta, todos los días que duraba la temporada de camarones , lo menos que compraba eran 100 , se lavaban con mucho cuidado, porque estaban vivos y las pinzas son muy peligrosas, simultáneamente se estaba calentando una gran olla con un ají y sal, ¡¡¡pobres camarones no tenían idea de lo que les esperaba!!!!, un infierno mas terrible que el de Dante, en pocos minutos ya estaban rojos y listos para comerlos , y se llevaban así humeantes a la mesa.
Lo que se les come es muy poco la cola y el cuerpo solo un pequeño bocado , pero tan sabroso.......tan sabroso, para pasar el hambre hay que ser muy rápido y comerse muchos, acompañado ojala de unas ricas tortillas de rescoldo, yo era una máquina, y a mi lado empezaba a crecer una pila con los despojos, así como en los monos animados, creciendo, creciendo, y otra pila con las patas que se comían al final, ya con más calma, porque cuando uno estaba comiendo , estaba mirando el próximo, nadie hablaba porque ahí el que pestañea pierde , las patitas yo las juntaba y me comía una parte y las otras la guardaba para la sopa que venia después , ¡una maravilla !!!, verde, en realidad el color si lo pienso era muy feo, como el agua de ropa muy sucia , pero el sabor, incomparable .
Hace poco encontré en la feria y compre unos pocos ,
_aunque sea para una sopa _ me dije, pero salió una sopa con muy poco sabor, la sopa rica tenía que ser como mínimo 100 camarones .
Antes de cocinarlos, mi padre tenía un lugar donde marcaba:
día 2 ----150 camarones;
día 3 -------200 camarones
y así hasta que llegó un invierno a 5000
Era una gran alegría, para todos cuando esta temporada empezaba, y llegaba al otro día con camarones nuevamente y al otro día y el siguiente y mi mamá se empezaba a poner seria, porque no estaba bien todos los días, para evitarse el sermón mi papá llegaba con el cuento:
_ había una viejecita , vendiendo ......y me dio tanta pena _
y nuevamente al otro día:
_había un pobre niñito, temblando de frió ....... y yo se los compré de pura lástima no más_
Hasta que, en cuanto aparecía en la puerta, mi mamá se adelantaba , y
_ ya no me digas nada ...estaba la pobre viejita, con el pobre niñito ......y me dio tanta pena.......
y mi papá pasaba calladito y la olla ya estaba a punto con sal y el ají hualpe, hasta que apareció la palabra colesterol en su vida, y colorín colorado este cuento se ha acabado
.